Neumomadrid asume los principios de una Medicina Centrada en el Paciente

De un tiempo para acá escuchamos todos los días la importancia de realizar una medicina centrada en el paciente. Políticos, gestores sanitarios y profesionales nos dicen que este es el camino y el futuro. Pero ¿sabemos a que nos referimos cuando hablamos de medicina centrada en el paciente? ¿es que hay alguna otra forma de practicar la medicina?

Cuando un paciente acude al médico, quiere contarle su problema, que el médico le escuche, averigüe qué le pasa (le diagnostique) y le ponga el remedio adecuado (un buen tratamiento). Históricamente, el médico tenía todo el “poder” sobre el paciente. Cuantas veces hemos escuchado: “Usted qué sabe, el médico soy yo”. Y efectivamente, el médico preguntaba al paciente qué le pasaba, le pedía las pruebas que consideraba y le prescribía el tratamiento que creía oportuno. Y el buen paciente, a cumplir a rajatabla ¿Está mal hecho? Desde un punto de vista técnico, no.

Entonces, ¿qué es la medicina centrada en el paciente? ¿qué añade al acto médico convencional? ¿qué tiene de diferente? Lo primero que implica es un cambio en la mentalidad del médico. El médico cede “poder” o, mejor dicho, lo comparte con el paciente. Renuncia así al control absoluto que tradicionalmente ha tenido. La relación médico-paciente cambia porque el paciente tiene mucho que decir no solo sobre la enfermedad, sino también sobre sus circunstancias vitales y psicológicas. Ya no importa tanto la enfermedad, sino las circunstancias que la rodean y sobre todo, cuales son los deseos del paciente.

Este modelo permite a los pacientes expresar sus preocupaciones más importantes; favorece que expliquen sus creencias y expectativas sobre la enfermedad; incorpora su visión sobre el problema; facilita la exteriorización de las emociones; les permite participar en la elaboración del plan de actuación y del tratamiento a realizar; los pasos a seguir se deciden de mutuo acuerdo compartiendo la responsabilidad; en definitiva, se favorece una relación médico-paciente en la que cada uno sabe qué esperar del otro. Lo más importante es que no hablamos de “todo o nada”, sino que intentamos ver qué es lo mejor que puede hacer el paciente.

Lo vamos a ver más claro con situaciones extraídas de la vida misma.

Yolanda, 45 años, tiene asma. ¿Su asma es igual si trabaja en una oficina que si es peluquera? Si tiene alergia a perros y gatos, pero es veterinaria ¿nos conformamos con decirle que no puede tener contacto con animales? ¿o intentamos encontrar un tratamiento que le mantenga lo mejor controlada posible sin arruinar su vida laboral? ¿qué tiene que decir Yolanda sobre su enfermedad, su trabajo, sus expectativas de futuro, la posibilidad de cambiar de profesión, de dedicarse a otra cosa dentro de su cualificación profesional? Seguramente mucho. Y con la ayuda de su médico, seguro que encuentra un punto de equilibrio entre el control del asma y su vida. El asma de Yolanda es algo más que asma y, en su caso, algo más que recetar inhaladores.

Juan, 68 años, tiene EPOC. Siente ahogo cuando realiza ejercicio. Pero tiene que cuidar a sus nietos de 3 y 5 años. Es un fastidio tener nietos y EPOC. Seguramente, hablar en un entorno de confianza mutua con su neumólogo, encontrar trucos para ahorrar energía y sentir menos ahogo al realizar actividades cotidianas, aconsejarle como coger al nieto, como agacharse, como respirar, potenciar el tratamiento broncodilatador y enseñarle cómo utilizar el clásico “ventolin” si a pesar de todo se ve sobrepasado, serán buenas medidas. Pero también habrá que sentarse con Juan y con su hija, la madre de los chiquitines, para poner encima de la mesa la situación real de unos y otros: el desamparo de la madre que no tiene con quién dejar sus hijos y las limitaciones del abuelo que no puede cuidarlos como él quisiera. Encontrar puntos de encuentro y de exigencia razonables, va a ayudar a Juan a compatibilizar ser abuelo con su EPOC. Sería una verdadera pena, que este Juan ficticio dejara de verlos, como a veces nos cuentan Juanes reales en la consulta.

Las enfermedades respiratorias impactan en la vida de los pacientes que las sufren de una manera muy directa. El ahogo, o la disnea, como decimos los médicos, merma notablemente la actividad del paciente a todos los niveles: laboral, ocio, social, familiar. Cuando un paciente se ahoga, toda la familia se ahoga. Vemos todos los días pacientes que han dejado de ir de vacaciones hace años para no “estropeárselas” a su familia, con lo que ni unos ni otros se van de vacaciones. El asma, la EPOC, la fibrosis pulmonar, la hipertensión pulmonar, la necesidad de oxigeno, son claro ejemplo de ello.

La Sociedad Madrileña de Neumología y Cirugía Torácica, NEUMOMADRID, es sensible a la filosofía de la Medicina Centrada en el Paciente. No se concibe la atención a los pacientes con enfermedades respiratorias fuera de este contexto donde detrás de la enfermedad hay una persona con una vida que debemos poner encima de la mesa a la hora de tomar decisiones sobre su enfermedad, o mejor dicho, sobre como vivir con su enfermedad.

Salvador Díaz Lobato
Director de Relaciones con Pacientes
Neumomadrid

Un comentario en “Neumomadrid asume los principios de una Medicina Centrada en el Paciente

  1. Creo que tienes toda la razón. Es un post muy bueno y muy sensato. El paternalismo es cosa del pasado. El médico debe percibirse como un profesional más cercano, que sienta empatía por el sufrimiento del paciente.
    En mi modesta experiencia, muchas veces percibo que el paciente sólo desea ser comprendido, y eso es uno de los pilares terapéuticos en los que diseñar el manejo que hagamos del enfermo.
    Desconocía que mi filosofía de tratar enfermos era conocida como Medicina Centrada en el Paciente.
    Espero que nunca perdamos esta manera de pensar, porque al final de todo, y a pesar de las dificultades que se nos presentan a diario, todos nuestros esfuerzos, tiempo de estudio y preocupaciones se dirigen a tratar de la mejor manera posible al paciente.
    Gracias de nuevo por el post.

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